La cuna de la Catrina de barro

Iniciaba la década de los 80 cuando Álvaro de la Cruz provocó tremendo revuelo en el Tianguis Artesanal de Pátzcuaro.

El artesano oriundo de Capula colocó en la Plaza Vasco de Quiroga unas estilizadas figuras de barro.

Sí, era la catrina, ese personaje creado por el caricaturista José Guadalupe Posada que luego tomó su mejor versión del mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” de Diego Rivera.

La exhibición fue controvertida. Se dice que causaron molestia porque era la muerte, pero las figuras se vendieron muy rápido. Nadie imaginó que ese día iniciaría una historia de éxito para la catrina de barro elaborada en Capula, lugar protegido bajo la denominación “región de origen”.

Más que aprendido, en Capula la alfarería es un oficio heredado. “No sé cuándo empecé”, dice Ángel Ávalos, tercera generación de artesanos alfareros.

Lo que sí recuerda es que fue a los 12 años cuando empezó a decorar catrinas después de la escuela, en compañía de su abuelo Mario Romero, el hombre que, junto con Álvaro de la Cruz, popularizó la elaboración de esas figurillas de barro en un pueblo que históricamente había enfocado sus tareas en la elaboración de loza utilitaria.

Tras la conmoción ocasionada en Pátzcuaro con “la muerte” al año siguiente había cientos de catrinas y la producción sigue creciendo.

De un mundo cercano a 650 familias artesanas en Capula, unas 200 de ellas se dedican a la creación de catrinas, artesanías formadas con barro que toman de depósitos naturales.

Las manos expertas transforman la materia prima en variados diseños y luego los introducen en hornos tradicionales de tabique y barro que son calentados por leña. Tras una única cocción, decoran el trabajo con pinturas vinílicas.

Aunque parece sencillo, el manejo del barro es complicado. Adán cuenta que no existe una estación ideal para trabajarlo. Cuando hace frío se rompe con facilidad; lo mismo sucede si hay viento, calor o lluvias.

“El aire seca la orilla, pero no el centro, así que dentro del horno la temperatura choca y las figuras se truenan”, explica.

No solo influyen los factores climáticos. “Nosotros no perdemos casi nada de la producción porque seguimos el proceso. Hay quienes usan ventiladores para el secado, pero si haces eso la pieza no tendrá calidad. El barro es caprichoso; si lo apresuras, se rompe. Hay que respetar sus tiempos “, concluye.


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