Una de las más famosas está en Janitzio, donde la Princesa Mitzita, hija del rey Tzintzicha y el Príncipe Itzihuapa, hijo de Tare y próximo heredero de Janitzio, se enamoran profundamente, sin poderse desposar por la irrupción española. El rey Tzintzicha fue llevado por Nuño de Guzmán y su hija lo quiso rescatar ofreciendo un gran tesoro que se encontraba en lo hondo del lago de Pátzcuaro.
El príncipe Itzihuapa se sumergió por dicho tesoro, pero veinte sombras de remeros lo escondieron en lo más profundo, y el príncipe pasó a hacerles compañía como un guardián más.
Se dice que durante la noche del Día de Muertos, los guardianes suben por la pendiente pronunciada de la isla de Janitzio. Entonces los enamorados van al panteón para recibir las ofrendas que son llevadas, disfrutar por la velada e intercambiarse las palabras del corto pero fuerte amor que se tuvieron en vida.