El Altar - Ofrenda

Los mexicanos desde tiempos inmemoriales le rinden culto a la muerte. La costumbre era sepultar a los difuntos con sus pertenencias más apreciadas y alimentos para emprender un viaje al eterno oriente.

Los nahuas tienen el Mihkailhuitontli (fiesta de los muertitos) y el Mihkailhuitl (fiesta grande de los muertos). Correspondían al noveno y décimo mes, respectivamente. Y con la evangelización se logró llevar los días 1 y 2 de noviembre de cada año con su respectiva liturgia.

Todo esto nos lleva a los Altares, que es en términos más simples, un rito a la memoria de los difuntos, con el propósito de atraer su alma de vuelta con obsequios como alimentos y sus objetos favoritos. Al ser un microcosmos especial realizado para el difunto, se añaden los cuatro elementos:

Tierra: Los frutos que vienen de ella estarán presentes en el altar.

Viento: Normalmente el papel picado es el que lo representa por el movimiento que tiene.

Agua: Puede ser un vaso de agua, pero también, según los gustos del difunto, puede que se le represente con su licor favorito.

Fuego: Las velas nunca faltan en un altar, pues es una velación la que se hará en el mismo.

La sal que con el fuego de las velas actúa como un agente purificados, añadiendo el copal que le da guía al alma sobre cómo llegar de la mano con un camino de flores de cempasúchitl, son elementos clave del altar, que culminan con un petate que normalmente se coloca para el reposo cómodo del alma visitante.


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